
SINTRA Y QUELUZ, VISITAS IMPRESCINDIBLES
Si vas a Lisboa, no puedes no ir a Sintra y Queluz también. Es una de esas oportunidades que no debes perderte como ir al castillo de Neuschwanstein si estás en Múnich. Sintra tiene mucho encanto, pero lo mejor es que empiece por su historia y cómo llegué allí. Porque en este artículo vengo a contarte todo sobre Sintra y Queluz, visitas imprescindibles.
SINTRA
Sintra se convirtió en el lugar favorito de monarcas y nobles como segunda residencia allá por el siglo XV. De origen celta, el pueblo tiene el mismo nombre que la montaña en la que se encuentra y es considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Incluso creó una nueva categoría por el mismo denominada “paisaje cultural”.
Su entorno natural lo hizo perfecto para el retiro y la caza de la alta sociedad y, muestra de ello, es la cantidad de palacios y casas solariegas que puedes encontrar y de las que vengo a contarte aquí. Pero antes, ¿cómo llegué de Lisboa a Sintra? Fácil, en tren.
CÓMO LLEGAR

Y es que desde la estación de Rossio (recordarás que te hablé de ella), salen trenes rumbo a Sintra cada 30 minutos desde la estanción con un recorrido de 40 minutos desde la capital. Además, si compras la Lisboa Card como yo, el billete de tren lo tienes incluido.
Una vez que llegué, tenía claro que comenzaría mi visita desde la más alejada. Eso significaba subir primero a ver el Palacio da Pena, uno de los dos lugares que quería visitar. Porque es importante que selecciones cuáles son los que prefieres. La entrada no es muy barata y hay mucho que ver así que te recomiendo que elijas un par y que te ciñas a ellas. No te dará para más en un día.
Nada más llegar a la estación, verás que se te acercan muchos guías y empresas de transporte tipo bus turístico. Te recomiendo que te alejes. Hay una forma más barata de subir si prefieres no hacerlo andando (es una buena subida). Nada más salir, verás la parada del bus 434 en la puerta de la oficina de turismo. No tiene pérdida y te ahorras bastante dinero. Un billete sencillo son 3.9€. El billete “turístico” de cogerlo varias veces en un día son 6.9€. Para ver los horarios, te dejo aquí el enlace. Debes saber que el primer bus es a las 9.30h y el último a las 18.20, al menos en temporada baja.
PALACIO DA PENA

Una vez que llegué a la parada del Palacio da Pena, aún me quedaban unos minutos de subida, pero es un paseo agradable. Si prefieres evitarlo, hay un minibus que por 3€ te sube y baja.
El precio de la entrada es de 14€ para adultos (-10% con Lisboa Card) y accedes tanto al palacio como a los jardines que le rodean.
La verdad es que elegí este palacio como obligatorio no sólo por las vistas sino por su mezcla de estilos arquitectónicos y su historia. Quédate conmigo y te lo cuento todo.
Este palacio es, no en vano, uno de los monumentos más famosos y visitados de Portugal por lo que si quieres visitarlo, asegúrate de que sea el primero de tu lista. La gran cantidad de visitantes que se acercan a media mañana hace más difícil que lo disfrutes.

Construido en el siglo XIX, algunos dicen que su eclecticismo es su seña de identidad. Yo lo que creo es que su mezcla de estilos y corrientes estéticas hacen de él algo único en el mundo. De hecho, podrás ver elementos clásicos portugueses como los azulejos junto a otros del Romanticismo como detalles mitológicos.
Pero para entender mejor esta construcción es importante que conozcamos su historia. Y, por ello, necesitas saber que este palacio fue anteriormente un monasterio. Aunque no es difícil de imaginar teniendo en cuenta la dificultad de acceso y lo retirado que está del centro.

Fue el rey Fernando II quien comprara las ruinas del edificio tras el terremoto de 1755 y mandara a construir el palacio tal y como lo conocemos hoy como regalo a su esposa María II. Todo un detallazo. Será Ludwig Von Eschewege, arquitecto alemán, el encargado de ejecutar la obra. Tras la proclamación de la república y la monarquía se exilió, pasó a formar parte del Estado y abierto al público.

El interior está construido al estilo “árabe” con un patio interior central que distribuye las habitaciones. De hecho, me sorprendió que el interior tuviera un aspecto tan medieval. Puedes visitarlo casi en su totalidad, incluida la cocina, los salones, los dormitorios y el comedor. Para mí, realmente merece la pena.
Pero si algo llama la atención es el exterior y no en vano. El edificio está rodeado por un jardín botánico en el que conviven miles de especies procedentes de todos los rincones del planeta.
Desearás pasarte el día allí y con razón. Tómate tu tiempo y disfruta. Recuerda que el que mucho abarca, poco aprieta y esa es la razón por la que te recomiendo hacer sólo 2 visitas en un día.
QUINTA DA REGALEIRA
Y de un símbolo inequívoco de majestuosidad en lo alto a una casa llena de secretos y rincones donde ocultarse y volver a salir.

Y es que Quinta da Regaleira es como un patio de recreo rodeado de misterio y con ganas de más. Así fue creada precisamente.
La finca, tal como ahora la ves, data de principios del XX. El terreno fue adquirido por Antonio Carvalho Monteiro, un noble portugués, millonario, filántropo y, dicen algunos, masónico. Será él, junto al arquitecto Luigi Manini, quien construyó este espacio tanto o más ecléctico que el Palacio da Pena. En él se incluye el palacio, un pequeño lago, un invernadero, varios torreones, una preciosa capilla y un pozo de iniciación utilizado, según cuenta la leyenda, por los mismísimos masones.

En el interior, que es también visitable, se conservan aún los bocetos y apuntes que Manini tomó durante los viajes que Carvalho Monteiro le encargó por Europa para tomar nota de estilos y corrientes estéticas que plasmar en la Quinta. Te ruego que no te olvides de pasarte por la biblioteca, mi estancia favorita.
Pero a esta finca no vienes por el interior, sino por el exterior. Y será en éste, y por todo el complejo además, que encontrarás referencias a la masonería y a los templarios de la que dicen que su dueño formaba parte. Un claro ejemplo, y muy singular, es la cruz de la Orden del Temple esculpida en el pozo iniciático.

Quinta da Regaleira fue concebido como un enorme templo masónico, pero para apreciarlo tendrás que estar dispuesto a mirar con detalle y descubrir todas estas alusiones a la masonería. Y la mejor forma de encontrar lo que buscas es perderse. Precisamente así es como yo encontraré todos y cada uno de los rincones que había en el mapa del que, sea dicho de paso, ignoré hasta el final de mi visita.

No tengas miedo y adéntrate en los túneles que vayas encontrando, por ejemplo, desde la Fuente de la Abundancia. Piérdete hasta que des con la Fuente de los Dragones y descubras el pozo iniciático que representa, con sus nueve giros, el infierno de la Divina Comedia de Dante y llega a tu propio renacer masónico. Y, sea como sea, no olvides que con ojos de niño, todo se disfruta más. Déjate llevar por el instinto y regresa a los rincones que más te gusten.
La entrada son 10€ y hay varios descuentos, entre ellos, un 20% si tienes la Lisboa Card. Los horarios se modifican dependiendo de la temporada así que revisa su web (link aquí) cuando organices tu visita.
QUELUZ
Y aunque no fue el mismo día, no puedo dejar pasar la oportunidad de hablarte de esta belleza que es el Palacio de Queluz.
PALACIO DE QUELUZ
A estas alturas ya habrás descubrierto dos cosas de mí: lo que me gustan los objetos de época y lo que disfruto la arquitectura y el interiorismo. Y no hay mejor exponente que un palacio de época como éste de Queluz.

Situado a 20 minutos en tren de Lisboa (misma línea que Sintra y gratis con la Lisboa Card), sólo tardas 10 minutos caminando desde la estación a la entrada imponente de esta joya portuguesa del barroco. Su entrada, si te interesa ir, son 10€ y hay diversos descuentos como el 15% de descuento con nuestra querida Lisboa Card.
Aunque el terreno y el palacio original fueron creados a mediados del XVII para el Lord de la Casa del Infantado (título dado a los hijos segundos en la línea de sucesión portuguesa para proporcionarles tierras e ingresos), será a finales del mismo siglo que todo esto cambió. Y es que el primer Lord fue el príncipe Pedro que se convertirá en el rey Pedro II tras la muerte de su hermano sin descendencia. Esto hizo que la finca pasara del Lord al rey, y por tanto, el palacio se convirtió en residencia real.

Será Pedro III a mediados del XVIII quien mandó a dos arquitectos importantes de la época la renovación y ampliación del palacio tal y como lo conocemos. De estilo barroco pero con elementos típicos de la arquitectura portuguesa, fue residencia principal de la realeza, especialmente desde el terremoto de 1755, hasta principios del siglo XIX, cuando los franceses invadieron el país y la familia real se vio obligada a exiliarse a Brasil. En declive, en parte por el auge de Sintra, el Palacio de Queluz terminó siendo cedido al estado, y tras sufrir un devastador incendio, a mediados del XX comenzaron a llevarse a cabo exhaustivos procesos de restauración que le devolvieron su belleza y esplendor.

El palacio presenta una estructura con dos alas asimétricas que se abren al jardín. Destacan en ella: la fachada, en colores pastel; la Sala de los Azulejos, donde se representan escenas de las colonias portuguesas; la Cámara del Rey, donde se representan escenas de Don Quijote; el Salón del Trono, utilizado también como salón de baile, y la Sala de los Embajadores, recubierta de espejos y que recuerda a la galería de los espejos de Versalles.
Pero si algo enamora son los jardines a los que puedes acceder sin entrar al edificio por un precio menor. Con acceso por la parte posterior del palacio y tras bajar una escalinata, estos jardines también te recordarán a Versalles y a jardines ingleses simétricos. Quizá lo que más destaca, y no puedes perderte, es el canal revestido de azulejos que en su día llenaban de agua para que la realeza pudiera pasear en bote si le apetecía.
Sin duda, con este tercer palacio, te dejo la selección que yo hice de entre todos los palacios existentes y que, para mí, representan mejor todos los existentes. ¿Has visitado alguno? ¿Te llama la atención algún aspecto y quieres comentarlo conmigo? Te leo.

