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4 DÍAS PARA UNA PRIMERA VISITA A BERLÍN

Pese a que Berlín me atraía como ciudad desde hacía mucho tiempo, no había encontrado el momento para visitar esta bella ciudad hasta hace un par de años en los que encontré 4 días para una primera visita a Berlín. Al mismo tiempo, conseguí estrenar mi año como más me gusta, viajando y, seguramente, fue el viaje más friolero de todos porque Berlín en Enero es una odisea, pero una bonita de vivir y, sobre todo, muy barata.

ORGANIZANDO EL VIAJE

ORGANIZANDO EL VIAJE

Una vez que tuve los días libres, comencé a buscar vuelos y el hotel según mis propios consejos. El hotel elegido, en este caso, sería el Gat Point Charlie, un hotel de 4 estrellas muy cerca del famoso Checkpoint Charlie y a unos pasos de muchos de los lugares que quería visitar.

Otra de los temas que tuve que resolver (y que hasta la fecha no había tomado muy en cuenta en otros viajes) era una buena ropa de abrigo que incluyese guantes, gorro, bufanda y ropa térmica. Porque si de algo es famoso Berlín es de sus bajas temperaturas que tuve la gran suerte de no sufrir en exceso. Mis temperaturas más bajas fueron de -5ºC por lo que fui muy afortunada.

Por último, hice una búsqueda y me organicé un poco los días mirando qué quería ver, dónde estaba y cómo me desplazaría por la ciudad. Me gusta organizarme un poco para poder aprovechar más el tiempo y no ir perdida. A veces no lo hago, pero en este viaje merecía y mucho la pena.

Es entonces cuando descubrí la Berlín Welcome Card y me di cuenta que, para este viaje, era la opción ideal. Se trata de una tarjeta de transporte que incluye descuentos para museos. Y como la idea era visitar algunos, me pareció que era lo mejor. Siempre es importante echar un vistazo a esto y también fijarse realmente cuántos días la necesitarás de verdad y no cuántos estarás en la ciudad. Por ejemplo, en mi caso cogí la de 3 días a pesar de que estaría 4 y también cogí la que incluía el transporte al aeropuerto. De hecho, puedes comprarla allí mismo cuando llegas. Esto se encuentra en casi todas las ciudades de Europa y es una muy buena forma de abaratar costes si realmente las usas.

Otro tema que miré muy bien, porque tenía mucho interés, es si algún museo o lugar que quería visitar necesitaba reserva previa para no encontrarme que no podía entrar una vez estuviera allí. Así es como descubrí que para entrar al Reichstag (sí, Alemania te abre las puertas de su congreso de diputados y te explica cómo funcionan y su historia) hay que reservar previamente y con cierta antelación para tener entrada. Eso hace que organizarte sea incluso más fácil. Ya me había pasado en el Capitolio de EEUU en Washington y es un acierto. A mi me ayuda a entender cómo funcionan en el lugar y compararlo con nuestro sistema. Sin duda, aprendes mucho y te da una mejor visión.

Solo quedaba esperar a que llegara el día que realmente se hiciera realidad el viaje.

PRIMER DÍA O DÍA SOBRE LOS JUDIOS Y II WW

PRIMER DÍA O DÍA SOBRE LOS JUDIOS Y II WW

Me decanté por el primer vuelo de la mañana Barcelona-Berlín lo que me dejó bien temprano en la ciudad. Es una de esas ciudades con un transporte super bueno que conecta la ciudad con el aeropuerto. Hay un tren (el Airport Express) que pasa cada 30 minutos y que te deja en el centro con buenas conexiones en metro/bus al resto de la ciudad y por unos 3-4€. Sin embargo, si tienes la Berlín Welcome Card con transporte, está incluida.

Tras registrarme en el hotel (sabiendo que no estaría la habitación pero dejando mi maleta para ir menos cargada) me aventuré a mi primer día que había previsto pasarlo siguiéndole la pista a la época nazi y la persecución de los judíos.

MONUMENTO A LOS JUDIOS DE EUROPA ASESINADOS
MONUMENTO A LOS JUDIOS DE EUROPA ASESINADOS

Es por ello que mi primera parada fue el monumento a los judíos de Europa asesinados o monumento al Holocausto. Quizá no parezca la mejor forma de comenzar un viaje, pero en una ciudad como Berlín en el que la historia reciente se palma en el ambiente, no me pareció mejor forma de iniciar mi visita. Había oído y visto mucho sobre ella y estaba deseando vivir la experiencia.

Diseñado por el arquitecto Peter Eisenman y por el ingeniero Buro Happold, se trata de un campo inclinado de 19.000 metros cuadrados cubierto por una rejilla cuadriculada en la que están situadas 2.711 losas de hormigón. Las mismas están diseñadas a propósito para producir una atmósfera incómoda y confusa y, de hecho, todo el monumento busca representar un sistema supuestamente ordenado que ha perdido contacto con la razón humana. 

Y créeme cuando te digo que es precisamente la manera en la que me sentí cuando estuve ahí dentro. En esa especie de laberinto ordenado que te genera una sensación de claustrofobia y te hace sentirte atrapado. Debo decirte que tras haber estado en el momento de la caída de las torres gemelas en Nueva York, este monumento me hizo sentirme aún peor y más vulnerable que el mayor atentado que ha vivido EEUU y el mundo occidental actual. Y en el segundo lo vi en directo por televisión mientras que el primero no había nacido.

CURRY AT THE WALL
CURRY AT THE WALL

Tras esta visita, me dirigí hacia uno de los museos que no puedes obviar para poder empaparte de este momento tan crucial de nuestra historia, la Topografía del Terror. Pero antes, comencé con mi particular búsqueda de la gastronomía local y me acerqué a uno de los lugares que más visité durante mi estancia, Curry at the Wall. Un lugar donde probar la mítica CurryWurst, una salchicha alemana con ketchup y mostaza molida acompañada por unas patatas fritas que harán las delicias de tu yo más insano. Además, es el lugar perfecto para entrar en calor y tomar una bebida para continuar con el día. Y justo al lado de mi siguiente destino.

TOPOGRAFÍA DEL TERROR
TOPOGRAFÍA DEL TERROR

Al acabar la pausa para comer, tocaba seguir la ruta judía que me llevaba a la Topografía del Terror, un lugar que, de por sí, te pone los pelos de punta ya sólo por el edificio en sí mismo. Se trata de un edificio neobarroco que, en 1933, se convirtió en la sede de la Gestapo. Por tanto, este era el lugar al que mandaban a los opositores del régimen nazista y en cuyos sótanos eran interrogados y torturados.

No en vano, dentro del edificio se encuentra, muy seguramente, la mayor colección de fotografías y textos que detallan la historia de este sórdido y cruel aparato de seguridad que Hitler mantuvo activo desde 1933 a 1945.

La entrada es gratuita, pero debo advertirte que las imágenes y los textos expuestos pueden herir la sensibilidad por lo que si vas, tenlo presente. De hecho, yo no pude acabar la exposición por la impresión que me dio, pero me ayudó a entender mejor lo que se vivió y eso creo que hace que la visita mereciera y mucho la pena.

BEBELPLATZ & GENDARMENMARKET
BEBELPLATZ & GENDARMENMARKET

Después de esta parada, me decanté por ir a ver una plaza que también tiene su parte de historia en esta ciudad. Y no podía ser otra que la Bebelplatz, una plaza célebre por ser el lugar donde se produjo la quema de libros por parte de los camisas pardas y las juventudes Hitlerianas el 10 de Mayo de 1933. Instigados por el ministro de propaganda Joseph Goebbels, se quemaron unos 20.000 libros. Hoy día es una plaza pública que poco te llamará la atención, pero es un lugar que hizo historia y que todos conocemos.

Como ya se hacía tarde, tras esta visita me decanté por volver al hotel pasando por la famosa plaza Gendarmenmarkt. Construida en el siglo XII, es el lugar de las famosas iglesias gemelas barrocas. Ambas datan del siglo XVIII, pero pertenecen a diferentes Iglesias. Mientras que la de zona norte fue construida por los hugonotes franceses, la del sur fue construida por la iglesia luterana. Un ejemplo claro de convivencia y aceptación entre dos religiones del que bien podríamos aprender todos.

Camino al hotel, cené en un restaurante vegetariano llamado Samadhi y me pasé por la última parada obligada por la cercanía al hotel, la del Checkpoint Charlie. Punto de paso entre la Berlín oriental y la occidental de la Guerra Fría. Tras el levantamiento del muro de Berlín, el alcalde del Berlín Occidental consiguió que sus ciudadanos pudieran visitar la parte oriental con permisos pero con restricciones. Y este puesto era el lugar por el que debían pasar.

Tras conseguir la habitación, tocaba descansar y prepararme para el día que me esperaba.

SEGUNDO DÍA O DÍA DE DESCUBRIR LA CIUDAD

SEGUNDO DÍA O DÍA DE DESCUBRIR LA CIUDAD

Si algo me gusta, y ya lo sabes, es el desayuno en un hotel y el de Gat Point Charlie no defrauda. Tanto me gustó que aún recuerdo los batidos o zumos que hacen en el momento. Una maravilla de frescor y vitaminas que te levanta el día si aún no lo ha hecho verte de viaje y en una ciudad como Berlín.

VISITA GUIADA POR LA CIUDAD
VISITA GUIADA POR LA CIUDAD

Tras el festín, tocaba seguir con la ciudad y hacerme con ella. Aunque normalmente siempre hago esto el primer día, por falta de disponibilidad, tuvo que ser en mi segundo día. Te hablo, como no, de hacer un free tour. Como antes te he comentado en otros artículos, me encanta encontrar un free tour (recuerda que no es gratis per se sino que pagas la voluntad al final del recorrido) que me enseñe la ciudad y me de un poco de historia general de la misma. Y es algo que no podía dejar pasar en una ciudad como Berlín con tanta historia que contar, ¿no te parece?

Así que con la reserva hecha, me dirigí a la puerta de Brandenburgo desde donde comenzaba la visita y me armé con un café con leche bien calentito que me ayudara no sólo para terminar de despertarme sino para entrar un poco en calor dadas las bajas temperaturas. Soy de la idea de que una sopa o un café con leche en mano es la mejor forma de pasear por una ciudad en pleno invierno y te aseguro que funciona.

Conocí a nuestro guía (español residente en Berlín) y nos aventuramos a un sinfín de nuevos datos e historias que me hicieron enamorarme un poco más de la ciudad. Visité lugares como la catedral de Berlín (a la que posteriormente le hice una visita interior por mi cuenta), el Reichstag, Alexanderplatz y varias zonas más recorriendo la ciudad y descubriéndola a lo largo de su historia. Descubrí que Berlín no sólo fue una ciudad muy castigada (algo que ya imaginaba) sino que su sobriedad y cicatrices es algo que han decidido mantener como recordatorio de lo que fue y podría suceder si no se perdona y avanza. Si quieres disfrutar de la visita como yo hice, te dejo el enlace a la empresa con la que yo suelo hacer mis visitas.

EINSTEIN UNTER DEN LINDEN
EINSTEIN UNTER DEN LINDEN

Cuando finalizó, y haciéndose la hora de comer, me dirigí a un restaurante que había visto por la mañana y me había llamado la atención, el Einstein Unter den Linden. Un restaurante austríaco con comida bien elaborada, servicio impecable y un ambiente super acogedor y muy de mi estilo. No es especialmente barato, pero tampoco tiene precios desorbitados y la calidad y cantidad en sus platos hará que te valga la pena. Si, además, eres un amante del té o café, tienes la gran suerte de estar en un lugar con una gran variedad así como tartas y postres con qué acompañarlas por si no te apetece comer pero si refugiarte en un lugar encantador.

CATEDRAL DE BERLÍN
CATEDRAL DE BERLÍN

Tras la parada, me dirigí a visitar la catedral de Berlín, un lugar espectacular con una cúpula que tiene unas vistas de 360º increíbles de la ciudad. Fue construida a finales del s. XIX y principios del XX y lo que más te llama la atención del exterior es su cúpula de cobre con ese característico color verdoso que a mi tanto me gusta. El edificio fue arrasado por las bombas durante la II Guerra Mundial (como casi toda la ciudad) y reconstruida posteriormente. 

La cúpula, como te ya te he dicho, es lo más espectacular así como el acceso a la misma. Y es que sólo está hecho para valientes ya que tienes que subir 270 peldaños y caminar entre vigas como si te creyeras Quasimodo en Nôtre Dame para acceder a él. Pero bien merece la pena por esas vistas espectaculares, frío y viento incluidos. 

BARRIO JUDIO
BARRIO JUDÍO

Tras la visita y haciendo una pequeña parada en Alexanderplatz y la torre de televisión, me dirigí al barrio judío de Berlín, lugar de mucha historia y de mucho heroísmo. Aunque el edificio que más te llama la atención es el de la Sinagoga Nueva. Se llama nueva porque prácticamente no quedó nada tras los bombardeos de la II Guerra Mundial y levantaron la existente en el mismo solar que la anterior. 

Pero aunque a primera vista esto sea lo que más llama la atención es el suelo en el que tienes que fijarte. En él encontrarás unos adoquines dorados. Y te preguntarás por qué. Pues se trata de una iniciativa del artista Gunther Demnig, titulada “aquí vivió” y representa a aquellos judíos deportados que vivieron ahí. Cualquier persona que sepa donde vivían originalmente en Berlín puede solicitar que se coloque un adoquín dorado en la calle junto a la entrada de la dirección. Dicho adoquín contiene el nombre de la persona, su lugar y fecha de nacimiento y su lugar y fecha de muerte. Lamentablemente, verás muchos cuyo final fueron los campos de exterminio. De hecho, gustó tanto que no sólo la podrás encontrar en esta ciudad sino que por todo el país. 

Y este monumento viviente, también te hará recordar la “noche de los cristales rotos”, un evento orquestado por Goebbels y que ha pasado a la historia por la brutalidad de los actos que ocurrieron esa noche. 

Otro dato a reseñar mientras caminas por las calles Krausnickstraße y Große Hamburger Str. son los edificios restaurados. En las fachadas verás como se conserva al menos un metro cuadrado de superficie sin restaurar. Y te preguntarás por qué, yo al menos lo hice. Pues bien, estas calles fueron de las más castigadas durante los bombardeos y la idea es que la renovación de las fachadas no impida hacerse a la idea de cómo quedó la ciudad tras la guerra. Se trata de no olvidar de lo que somos capaces y hasta dónde puede llevarnos el odio y la falta de entendimiento.

MUSEO BLINDENWERKSTATT OTTO WEIDT
MUSEO BLINDENWEKSTATT OTTO WEIDT

Pero no sólo el exterior llama la atención en este barrio tan lleno de historia y en eso destaca el museo de Blindenwerkstatt Otto Weidt que cuenta la historia del taller para ciegos de Otto Weidt. Durante el Tercer Reich, este edificio fue el lugar de trabajo de judios ciegos y sordos bajo la protección de Otto Weidt. En él se fabricaban escobas y cepillos y en el mismo, Otto conspiró para salvar la vida de miles de judios dándoles trabajo, reubicándolos e incluso escondiéndolos como se pueden ver en las habitaciones del mismo museo. Sin duda, una buena muestra de que en cualquier maldad, siempre hay un poco de humanidad y bondad. 

Cerca tienes también un museo basado en Anne Frank, pero no puedo darte detalles ya que no llegué a visitarlo.

ARTE CALLEJERO
ARTE CALLEJERO

Pero no todo en este barrio es triste y deprimente y hoy día es el barrio que alberga a un mayor número de artistas de toda la ciudad en los comúnmente llamados patios del barrio judio o Hackechse Höffe. Se trata de 8 patios interconectados con 3 salidas a 2 calles donde perderse y disfrutar de un poco de arte callejero y de las sorpresas que sus rincones puedan ofrecerte. Creados por la familia adinerada Hackescher Höffe a principios del XX, se construyeron para conseguir más luz natural en las plantas bajas de la casa. Lugar de trabajo y entretenimiento, está lleno de creatividad en cada pared y de lugares donde tomar algo. Los más conocidos son Heckmann Höffe Oranienburgerstrasse y Sophien Grips Höffe Sophienstrasse.

Tras tomar una cena ligera allí, volví caminando al hotel admirando también el East Side Gallery donde se alberga un sinfín de graffitis en el trozo intacto más grande del muro de Berlín que existe. Puro arte que hace frente a uno de los momentos más negros de la historia reciente del planeta.

Al día siguiente, me esperaba un día diferente a los que llevaba vividos.

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