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LA LONJA DE MAR, UN EMBLEMA DE BARCELONA

Tras hablaros de las 6 casas singulares de Barcelona, y comentaros ya un par de ellas, le llega el turno a La Lonja de Mar, un emblema de Barcelona del que estoy profundamente enamorada.

SUS INICIOS

Para entender de dónde viene la necesidad de este gran edificio, un emblema de la zona más marítima y portuaria de la ciudad, necesitamos entender primero que Barcelona era (y aún lo es) un centro mercantil y marítimo en la Edad Media, especialmente durante el siglo XIV. Recibía y enviaba productos por toda Europa y mercaderes de todo el Mediterráneo y Europa hacían sus negocios en la ciudad. Sin embargo, no había ningún lugar concreto en el que se pudieran hacer estos negocios que tan importantes eran para la ciudad.

Es por eso que el Consulado de Mar, la élite dirigente del estamento mercantil de Barcelona, impulsó la creación de un edificio en el que precisamente se pudieran concentrar todos los negocios que se llevaban a cabo. 

Fue el Consejo de Ciento, el gobierno municipal de la ciudad formado por 100 miembros que representaban los tres estamentos de la sociedad (ciudadanos honrados, mercaderes y artistas), quien promovió la construcción del edificio, pero fue el Consulado quien se haría cargo de las obras y su mantenimiento. Por eso, el último sería el propietario del mismo y el primero tuvo derecho al uso del edificio para grandes eventos.

Pero, ¿por qué construirlo dónde se encuentra y no cerca del mar o en el puerto de Barcelona? Bueno, para eso, primero debemos entender que Barcelona en la Edad Media no era como es ahora. De hecho, para que te hagas una idea, el mar llegaba al mismo edificio en el que está (en el mismo Paseo Isabel II) y unos doscientos metros mar adentro se encontraba el islote de “Maians” unido a la tierra por el istmo ”lo Morro”. Este era el lugar ideal donde fondear los barcos. Los estibadores con sus barcas iban y venían trasladando mercancías y personas y, es por eso, que se necesitaba un edificio para poder negociar con todo lo desembarcado y por embarcar cerca de ese primer puerto. Será, tras solicitar permiso al rey, cuando en 1339 tuvieran permiso para construir y adquirieran esos terrenos tan necesarios justo frente a la playa.

LA VISITA, UN RECORRIDO A TRAVÉS DEL TIEMPO

Ya sabemos cómo comenzó su construcción y, de esa época, aún tenemos vestigios en el edificio actual. Pero el mismo ha ido sufriendo modificaciones a lo largo de ocho siglos que es necesario conocer y que te cuentan en la visita. Tanto su historia como el recorrido de la visita evolucionan con el paso de los siglos.

En resumen, y para que te hagas una idea su historia fue así. Tras su construcción en 1339, el edificio tuvo su primera ampliación poco después al que le sumaron la parte de arriba de la sala de contrataciones para mercancías, una capilla y un patio de naranjos. Ya en 1714, y en una época turbulenta para la ciudad de Barcelona, la ocupación militar borbónica hizo que este edificio se convirtiera en cuartel militar junto con la Ciutadella (a costa de unas 1200 casas que fueron derribadas). El edificio sufrió modificaciones corriendo y sin armonía y fue deteriorándose con el tiempo sin que nadie lo mantuviera. 

En 1758, y tras llegar a un acuerdo entre el rey y los comerciantes catalanes, se instauraron tres cuerpos de comercio cuya sede volvería ser La Llotja. Además, se comenzó a tener escuelas para formar a la mano de obra que se necesitaba para estos cuerpos, entre ellos, la escuela de nobles artes y la escuela náutica. Pero no será hasta 1771 que estos cuerpos recuperen lo que desde siglos había sido su “cuartel general”. Tras llegar a un acuerdo económico con el entonces capitán general, por fin tenían las llaves y comenzaron el proceso de remodelación. Pero aunque se dio comienzo, el camino no fue de rosas. O sí, pero con muchas espinas.

Para que te hagas una idea, tardaron 48 años en renovarlo por completo y rehabilitar partes del mismo que se encontraban en pésimas condiciones. Desde problemas como quién dirigiría el proyecto hasta los problemas financieros por los que la sociedad estaba pasando, será finalmente en 1819 cuando el edificio se complete y, ahora sí, prácticamente igual que lo conocemos hoy día. Si bien, se inauguró en 1802 para celebrar la boda real del momento y, desde entonces, el edificio ha sido testigo de grandes eventos sociales y políticos del país. 

Finalmente, en 1886, se crea la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Barcelona que, paulatinamente, fue adquiriendo estancias para ir ganando peso durante el s. XX y, ya a principios del s. XXI, ser los únicos ocupantes de este maravilloso espacio. Y esa es la historia de La Lonja de Mar, un emblema de Barcelona.

SALA DE CONTRATACIONES

El edificio original tenía una gran sala de tres naves separadas por arcos de medio punto y sostenidas por cuatro columnas que, te garantizo, te dejarán sin palabras. No se me puede ocurrir un mejor inicio de la visita. Originariamente el techo era de madera y disponía de un patio y una capilla que se construyeron años después y de los que no queda nada. Además, también se hizo un piso superior en donde los mercaderes guardaban las mercancías y las subían y bajaban cuando cerraban los acuerdos mediante esclavos y sirvientes. De hecho, lo que verás hoy día es una reforma neoclásica que se hizo posteriormente, aunque quedan pequeños testigos de lo que fue y que la guía te contará con detalle durante el recorrido.

Destinado a la reunión de los mercaderes y a la concreción de negocios, sobretodo internacionales, el edificio cuya entrada estaba situada en la actual Carrer del Orgues fue donde se instaló la Mesa de Cambio de Barcelona. Este era un organismo creado por el Consejo de Ciento y fue el primer banco público de la historia. Entre sus funciones estaba la de fomentar la actividad mercantil, controlar las buenas prácticas bancarias o custodiar los depósitos dinerarios de los mercaderes. Con estos depósitos bancarios se financiaban empresas militares de conquista de la casa real catalano-aragonesa. 

Una de las medidas que más me impactó durante la visita fue la acción que realizaban y que dio lugar a la palabra “bancarrota”. Y es que el origen de esta palabra estuvo en estos momentos y en lugares como este. Estas personas que supervisaban las transacciones que se llevaban a cabo, cuando veían a alguien intentando estafar o realizaban negocios fraudulentos en sus grandes mesas de piedra, las personas encargadas de vigilar iban al lugar en cuestión con un gran mazo y, literalmente, rompían las bancas o mesas en pedazos. Eso significaba el fin del negocio y también la expulsión o amonestación del mercader. Y de romper la banca a mazazos surgió la palabra “bancarrota”, ¿no es interesante?

Pero siguiendo con la visita, en la misma sala de contrataciones podemos ver un gran reloj que preside la estancia y cuya historia tendrás que descubrir en la visita.

De ahí, la visita sigue (así como la primera ampliación) al llamado Patio de los Naranjos. Mientras cruzas la gran puerta que te lleva hacia allí, y una vez pasado el umbral, gírate y admira las farolas que enmarcan la puerta y que son obra del gran arquitecto Cadafalch.

PATIO DE LOS NARANJOS

Ya desde el inicio, este rincón de la Lonja de Mar, un emblema de Barcelona, era una zona de descanso de comerciantes en el que, además, también hacían negocios. Además, junto con la sala de contrataciones, era un lugar donde se celebraban diversos actos. 

Su nombre procede del estado original del patio y es que el lugar estaba lleno de naranjos y limoneros que, con la reforma neoclásica, desaparecieron.  Lo que ves es fruto de dicha remodelación. En el mismo, destacan cinco esculturas muy llamativas. La primera, y enfrentada a las grandes escaleras de las que hablaremos después, está la escultura en honor al dios Neptuno, el dios romano del mar, acompañado por dos nereidas (ninfas del océano) que va muy en línea con el concepto neoclásico de la vuelta al clasicismo romano y griego. Además, en cada una de las esquinas puedes encontrar cuatro alegorías de los continentes que se conocían en el momento: África, Ásia, América y Europa. Oceanía no se considerará como continente, y no simples colonias de Europa, hasta el siglo XIX y XX.

Entre otras curiosidades, en la visita te cuenta que había una fuente con un barco que, al parecer, un día desapareció y no se supo más. Otra curiosidad es que el lugar fue el elegido para la reunión de los Reyes Católicos y Colón para la participación de ocho mercaderes de Barcelona en la segunda expedición a América.

Desde el patio, se inicia una gran escalinata de mármol custodiada por dos esculturas, alegorías del Comercio y la Industria y que llevan a la parte superior, la que tardaron unos 48 años en construir y que hoy día podemos visitar. El arquitecto elegido fue Joan Soler i Faneca y las obras costaron un millón de libras catalanas o, lo que viene siendo más o menos lo mismo, unos seiscientos millones de euros. No está mal, ¿no?

PISO SUPERIOR

En el piso superior de la Lonja de Mar, un emblema de Barcelona, te da la bienvenida un espacio bastante diáfano y con rincones maravillosos que recuerdan esa gran época de esplendor. Destaca, por encima de todo, la escultura Lucrecia, de Damià Campeny, una de las grandes obras de la escultura neoclásica europea.

Si no conoces la historia de Lucrecia, te recomiendo que durante la visita, prestes especial atención porque a mi me resultó fascinante. Además, la historia de la escultura en sí misma, no tiene desperdicio tampoco.

SALÓN DE PLENOS

La visita sigue por un pasillo hasta el salón de plenos. Situada en lo alto de lo que fuera la capilla del Patio, la sala ha sido modificada hace poco para celebrar los plenos de la Cámara de Comercio, actual propietaria del edificio.

En el lugar, destaca el cuadro de Antonio de Capmany, personaje importante de la historia de Cataluña e investigador que documentó la historia del comercio marítimo catalán de la Edad Media.

Además, es uno de los padres de la primera Constitución Española (“la Pepa”) y pionero de la idea de “Nación de naciones” aplicada en España. 

LA SALA DEL TRIBUNAL DEL CONSULADO DE MAR

Esta sala servía para celebrar las conciliaciones y juicios de los comerciantes acogidos al derecho mercantil catalán (“ius mercatorum”). Resulta que, si eras comerciante, podías acogerte a un derecho mercantil que, en general, resultaba más favorecedor que el código civil o penal existente. ¿Quién no se acogería a la ley que le resultara más beneficiosa si pudiera?

Cuando la visites, fíjate en las paredes y la tela que las tapiza. Es increíble el dibujo que llevan y que hacían los estudiantes de la Escuela de Nobles Artes que impulsó la propia institución. Unos estudiantes, por cierto, muy bien cuidados ya que no sólo les pagaban los desplazamientos a otros lugares como Roma para aprender y traer nuevas técnicas sino que también les pagaban el gas que consumían en casa para darles luz y que pudieran hacer sus deberes. ¿Te imaginas que te pagaran todo hoy día por estudiar?

SALÓN DORADO

La visita vuelve a la escultura de Lucrecia. No sin antes ver una colección de barcos en miniatura bastante interesante.

Desde nuestro punto de partida en la planta superior, se accede a la otra parte del edificio (encima de la Sala de Contrataciones) y a la que se le denomina como Salón Dorado.

Cuando vayas, estoy convencida que sabrás por qué se llama así. Es un salón cuidadosamente decorado y creado durante la reforma neoclásica para las celebraciones sociales que se daban. De hecho, el mobiliario y su decoración actual son obra de una redecoración de principios del s. XX que se encargó al arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner.

Igualmente, crea un poco de confusión puesto que realmente, es la antesala la que tiene las paredes doradas, ambos con el símbolo de la Cámara bien serigrafiado en la tela.

SALÓN LUCRECIA

Estamos llegando a la última de las salas neoclásicas de la visita de la Lonja de Mar, un emblema de Barcelona. Esta se usa para las reuniones de los miembros directivos de la Junta de Comercio en su día , y actualmente de la Cámara de Comercio. 

En las paredes podrás ver los cuadros de todos los presidentes de la Cámara desde su fundación a finales del siglo XIX. El primero fue Manuel Girona y Agrafel, banquero y alcalde de Barcelona, comisario de la Exposición Universal de 1888, y que financió la construcción del Canal de Urgell, la obra civil más importante de la Cataluña del siglo XIX.

Desde aquí, la visita continúa a la terraza. Porque no sólo del interior iba a ir todo esto y salir con buen tiempo a la terraza es un gusto. En ella podrás ver el Paseo Isabel II y el mar y podrás disfrutar del día mientras haces tus fotos para el recuerdo.

SALÓN DE CÓNSULES

Y ha llegado el momento de visitar la última estancia de la Lonja de Mar, un emblema de Barcelona. Tras el pequeño descanso para disfrutar de la terraza, toca subir un par de tramos de escaleras para visitar la última estancia y una de las más antiguas.

El Salón de Cónsules es, junto al Salón de Contrataciones, la parte más antigua del edificio, la parte medieval. 

Aunque en sus inicios los mercaderes los usaban como almacén y archivo del Consulado del Mar, el nombre que se le dio con la reforma fue el de Cónsules. Durante la ocupación militar del s. XVIII, sin embargo, esta sala era el dormitorio de soldados a los que se accedía por unas escaleras muy distintas a las actuales. 

Durante la época en la que la Junta de Comercio recuperó la propiedad, este era el lugar en el que se encontraban las aulas de las escuelas profesionales destinadas a formar a los profesionales que demandaban la economía y el comercio catalanes. Como ves, una sala polivalente con diversos usos a lo largo de la historia. Actualmente se usa para eventos y celebraciones.

Tras la visita de este peculiar espacio, la visita volverá al Patio de los Naranjos donde dará por finalizada una ruta increíble por un lugar tan importante y emblemático como este. Y hasta aquí La Lonja de Mar, un emblema de Barcelona que no pudo gustarme más.

Si te ha gustado, no olvides el resto de las 6 casas singulares que debes visitar en Barcelona.

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