ESPAÑA,  REGIÓN DE MURCIA,  TRAVEL

VISITANDO MI MURCIA QUERIDA (II)

Tras un primer gran día y habiendo descansado en el alojamiento de tu elección (te recuerdo que tienes artículos que te ayudarán a buscar el ideal para ti o puedes escribirme y te podré asesorar), toca seguir pateando y visitando la ciudad de Murcia. 

Tras desayunar en Drexco nuevamente, te propongo un paseo por el centro antiguo y callejear visitando lugares emblemáticos de la ciudad. Frente a Drexco, y si eres de los que les gusta buscar la suerte jugando, te encuentras la mítica administración de lotería del Gato Negro. Mirando al gato que tienen expuesto, gira a tu derecha y pasea por la calle Trapería, una calle muy bonita, llena de tiendas y con lonas que te protegerán del sol y el calor en cualquier época del año. 

Esta calle, junto a las que le rodean, son un bien cultural que te mostrará cómo estaba organizada la ciudad en época medieval cuando las calles tenían el nombre de los artesanos que en ella se encontraban. Pero esta calle es mucho más y lo notarás por lo amplia que es en relación al resto que la rodea. No en vano era donde se encontraba la muralla en el siglo s.XIII y que separó a cristianos y musulmanes que fueron exiliados a las afueras (donde se encuentra el Palacio de San Esteban actualmente). Desde entonces, esta calle se ha llenado de grandes casas como el Real Casino y se usa en grandes eventos como la Semana Santa y otras festividades. También conecta la catedral con la Plaza Santo Domingo, una de las plazas más importantes de la ciudad y que visitaremos más adelante.

Si continuamos nuestro paseo, nos encontramos en “Las Cuatro Esquinas”, una intersección de la calle Trapería y Platería muy famosa, entre otras cosas, por ser un antiguo punto de acceso a la ciudad donde mercaderes de todo el mundo se juntaban. De hecho, hasta el siglo XIX había precisamente un pequeño altar dedicado a San Cristóbal, protector de los viajeros.

Aquí, gira hacia tu izquierda dirección a la calle Platería, llamada así por ser el lugar donde trabajaban los plateros en época medieval. Hay otras calles por la zona con nombres como Jabonerías, Frenería, Escopeteros o Vidrieros, ¿te haces una idea de lo que se podía encontrar en ellas? Sin embargo, actualmente no encontrarás nada de lo que su nombre indica. Sí que se respeta el uso comercial de la zona, pero de tiendas más actuales y franquicias que han hecho, en parte, que el centro pierda su esencia. No te preocupes, igualmente si no eres de compras, disfruta de las fachadas de las casas que aún se conservan del siglo XVIII e imagínate cómo sería la vida en otras épocas. A mi me encanta hacerlo en cualquier ciudad a la que voy.

Si continuamos con el recorrido, sigue por Platería hasta dar con la plaza Esteve Mora y fíjate en la farmacia que hace esquina, la farmacia Ruiz Seiquer. A priori no te dirá nada aunque por dentro es mucho más bonita y guarda cierta estética del siglo XIX cuando se construyó. Compra unas tiritas o algo mientras que disfrutas del interior. Estás justo en el km 0 de las antiguas carreteras regionales, en el inicio de los caminos de muchísima gente siglos atrás. Siéntete como un viajero más y continúa tu recorrido por la calle Jabonerías hasta que te encuentres con la plaza Julián Romea, nuestra siguiente parada.

Aquí y tras salir de las estrechas calles medievales del centro, nos encontramos de frente con el Teatro Romea, el teatro por excelencia de la ciudad para ver obras clásicas y conciertos inigualables. No en vano una servidora ha actuado en él algunas veces, pero esa es otra historia que quizá te cuente algún día.

El teatro fue inaugurado en el s. XIX por la reina Isabel II ante la necesidad y demanda de una sociedad burguesa que buscaba entretenimiento y situar a Murcia en el mapa de grandes actuaciones de artistas del momento como Julián Romea, gran actor de la época y que dará nombre tanto a la plaza como al teatro sólo 18 años después y tras una reforma del edificio. El mismo ha sufrido algunas desgracias y varias reformas, una de ellas le dotó de esa fachada de aire neoclásica y con los bustos de Beethoven, Mozart y Lizst en la parte superior y otra, la última, que le ha puesto al día en aspectos técnicos y de funcionalidad.

Pero si algo llama la atención de este teatro, con permiso de su función como lugar de encuentro de grandes personalidades y obras, es la leyenda que le persigue desde sus inicios y que poco a poco parece que se haya ido cumpliendo. Y eso es lo que quiero contarte porque, al menos para mí, los lugares son más atrayentes cuando sabes qué motivaciones e historias hay detrás de ellos. Les aporta una especie de alma que te envuelve y no sólo les hace importantes sino que te hace importante a tí también por pertenecer y compartir su historia.

Pero ¿qué historia hay detrás de este teatro que ha provocado no una sino dos desgracias a lo largo de sus 150 años? Pues bien, para poder entender la leyenda necesitas saber que durante el siglo XIX en España tuvo lugar un proceso de desamortización denominado Desamortización de Mendizábal y que consistió en poner en el mercado, previa expropiación forzosa y mediante una subasta pública, las tierras y bienes que hasta entonces no se podían enajenar (vender, hipotecar o ceder) y que se encontraban en poder de las llamadas «manos muertas», es decir, la Iglesia católica y las órdenes religiosas. Uno de esos conventos expropiados fue el Convento de Santo Domingo situado en el mismo terreno que nuestro teatro.

La historia comienza en este momento de expropiación cuando las autoridades echaron de su convento a los dominicos que vivían en él para la demolición y posterior construcción de un gran teatro más acorde con las inquietudes de la época. La leyenda cuenta que fue un dominico, no muy contento con la decisión, quien maldijo la construcción y vaticinó que el teatro se quemaría 3 veces cuando éste estuviera completamente lleno. En el primero no moriría nadie, en el segundo lo haría una persona y el último y más fatídico, morirían todos los que se encontraran en él.

Pues bien, el teatro se ha quemado en dos ocasiones: la primera en 1877 donde nadie murió pero cuyo edificio tuvo que ser reconstruido en su mayor parte y la segunda en 1899 cuando sí falleció una persona y tuvieron que reconstruirlo nuevamente. Si te preguntas si ha habido una tercera ocasión, debo confesarte que afortunadamente no, pero es que los taquilleros bien se cuidan de que no suceda. Se dice que tras el segundo fatídico incendio, los gestores del teatro siempre se guardan una entrada sin vender para evitar, de este modo, el maleficio que aquel domenico lanzó en un momento de ira y frustración. 

Una vez hayas disfrutado de la fachada, ruego que sigas tu camino girando a la derecha (teniendo la fachada del teatro enfrente) y cojas la calle Arco de Santo Domingo. Por este pequeño callejón podrás ver dos cositas muy interesantes. Por un lado, hay un arco que es parte de un palacio y que da nombre precisamente a la calle. Originalmente, este arco servía para conectar el Palacio Almodóvar (actualmente sigue estando y te ruego que le eches un vistazo a su fachada) y la capilla del Rosario en la iglesia de Santo Domingo. Se trataba de un pasillo a través del cual los condes podían acceder a los oficios religiosos sin necesidad de salir a la calle. Actualmente, el conjunto se considera un bien de interés cultural.

Por otro lado, en la misma calle se encuentra un paraíso para los golosos porque en ella se encuentra una de las pocas tiendas dedicadas a las chucherías que tiene la empresa FINI. Una empresa que, como ya os he comentado alguna vez, tiene su base y fue creada en mi ciudad natal Molina de Segura.

Dejando atrás esta pequeña calle tan llena de historia, llegamos a una de las plazas más importantes y punto de reunión de los murcianos en la capital. La plaza Santo Domingo recibe el nombre de los dominicos que se asentaron allí hace siglos y cuyo legado sigue hoy día vivo en la iglesia, la parroquia y la leyenda del teatro romea. 

La plaza en sí misma ha sido muchas cosas a lo largo de su historia. Ha sido una plaza de mercado, se ha convertido en plaza de toros al aire libre y ha sido testigo de diversas ejecuciones y órdenes reales. Incluso bajo la superficie se encuentra un refugio antiaéreo construido durante la Guerra Civil y que explica que se encuentre elevada en su parte central.

Además, si observas sus alrededores, destaca un árbol centenario plantado en el s.XIX y que actualmente está rodeado y protegido de los viandantes tras dos accidentes que se produjeron por el derrumbe de algunas ramas. Tranquil@, estarás a salvo así que disfruta del ambiente y del tránsito a la vez que te fijas en los detalles de sus edificios. Ejemplos de los mismos son el ya nombrado Palacio Almodóvar, la iglesia de Santo Domingo, la casa Cerdà, el Banco Central y la escultura de San Vicente Ferrer en la misma iglesia sobre un falso balcón en homenaje a su predicación en la misma plaza en el s. XIV. También encontrarás dos monumentos: el que hay en el centro en honor a los Derechos Humanos y el busto conmemorativo del ingeniero Ricardo Codorníu y Stárico, comúnmente denominado el Apóstol del árbol, ¿por qué será?

Una vez que hayas disfrutado de este momento, toca lo que estabas esperando, seguir con nuestra ruta gastronómica. Hoy toca algo tan español como tapear. Bien es sabido que no hay mejor forma de conocer la cultura gastronómica de una ciudad que probando sus especialidades en pequeños bares y tascas llenas de opciones. Y aquí no es una excepción para degustar tapas murcianas, carnes y pescados. Como ya te he dado opciones gastronómicas, lo mejor es que te recomiende un par de sitios a donde ir y que, si encuentras alguno en el camino que te de buena espina, pruebes a entrar y pedir algo. 

Ejemplos de sitios a los que entrar podrían ser el Bodegón Los Toneles con un diseño muy castizo, pero con una gran cocina llena de opciones y un menú semanal muy completo por un buen precio. O la Uva Jumillana II (la primera está en la ciudad de Cartagena) que tiene un ambiente de antigua bodega con comida abundante y de calidad. Anímate y siéntete como un local.

Como última recomendación, ten en cuenta que donde hay gente, suele ser indicio de que se come bien. Si te apetece postre o café, pásate por Socolá si te pilla cerca. Local con ambiente bonito y con dulces y bebidas muy ricas y a buen precio. 

Estés donde estés, y una vez hayas comido, te recomiendo que te dirijas nuevamente a la plaza Santo Domingo y de ahí, te dirijas en sentido contrario a la calle Trapería y dirección al paseo Alfonso X el Sabio o lo que los murcianos llamamos el Tontódromo.

Y te preguntarás por qué tiene ese paseo un nombre tan llamativo. Pues bien, este paseo fue el lugar de encuentro de muchas parejas durante los siglos XIX y XX. En esa época, y para cortejar, las parejas se iban a pasear por este lugar en ambas direcciones y siempre acompañados de una carabina. De ese cortejo o “tonteo” vino el nombre por el que se bautiza a este paseo que alberga nuestra penúltima parada, el convento museo de Santa Clara o, como nos gusta llamarlas, las clarisas.

Es costumbre para los murcianos, especialmente las murcianas que van a casarse y que temen que les llueva en su gran día, que les lleven huevos a estas monjas de clausura. Las monjas, a cambio, rezan para que el día elegido amanezca con un día radiante y soleado que no estropee el gran momento. Aunque están retiradas de la vida social, se dice que usan los huevos para hacer postres y venderlos. Tal y como yo lo veo, si funciona, es un win win, ¿no te parece?

Pero esta no es la razón por la que te recomiendo la visita sino porque una parte del monasterio, y cuya entrada se encuentra en el mismo tontódromo, es un museo visitable y totalmente gratis. El interior bien merece que te detengas. Aquí lo más destacado son los restos arqueológicos de época medieval y el claustro de una belleza extraordinaria al que no se puede acceder, pero sí ver desde fuera, porque pertenece a las monjas. La visita no te supondrá más de 30 minutos y, dado que es gratis, la parte del museo que no te resulte interesante, podrás saltártela sin tener remordimientos.

Cuando salgas, continúa el paseo del tontódromo y casi al final del recorrido encontrarás Godis Dulce Poder, un lugar muy dulce y nuestra última parada. Si ya has hecho parada en Socolá, entra igualmente y deleitate con un café o un batido. Te prometo que no te dejará indiferente y te permitirá acabar este recorrido de la mejor forma posible. De hecho, es tan popular que puede que tengas que esperar.

Como anécdotas adicionales, poco más adelante de donde se encuentra Godis, podrás ver un busto del rey Alfonso X el Sabio al que la ciudad de Murcia debe mucho. Y al final del paseo, se encuentra la plaza circular o Rotonda. Es la zona por excelencia de reunión de jóvenes y no tan jóvenes en las fiestas de Primavera de la ciudad que tienen lugar la semana posterior a la Semana Santa. Entre los días más relevantes de estas fiestas destaca el martes del Bando de la Huerta, el jueves de la Batalla de las Flores o el sábado del Entierro de la Sardina. Pero esto da para otro artículo que si me lo pides en comentarios, prepararé encantada.

Igualmente, el recorrido acaba aquí, en un lugar donde disfrutar de todos los recuerdos e historias que has atesorado en esta visita a Murcia con mi compañía. ¿Qué te ha parecido? ¿Has echado algo de menos? ¿Te gustaría tener más artículos como éste?

Como siempre, gracias por leerme y recuerda que te leo en comentarios.

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Únete a la comunidad WanderFoodie¿Quieres ser el primer@ en enterarte de mis novedades?