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Viaje al Desierto de Merzouga

No siempre me he sentido atraída por la naturaleza, he tendido más a visitar ciudades y conocer culturas. No es que la naturaleza en sus múltiples escenarios no me atrajera, sino que me consideraba más una chica de ciudad. Sin embargo, con el tiempo, las personas crecemos y evolucionamos; empezamos a encontrar atrayentes aquellas ideas que antes nos eran indiferentes. Eso me pasó con la naturaleza y, en particular, con el desierto. Porque para adentrarte al desierto con su cultura, su silencio y su visión, debes tener preparado el alma tanto, o más, como la mente. Será prácticamente lo único que te acompañe en el camino. Serás tú y una naturaleza pura y abrupta. Y eso, no atrae a cualquiera. Hoy os cuento mi viaje al desierto de Merzouga en Marruecos.

Decidimos ir al desierto 3 días y 2 noches. También nos decantamos por un guía local bereber privado. En Cómo organizar un viaje a Marruecos ya os expliqué que elegimos Nomad Expeditions 4×4 Tours, una pequeña empresa marroquí-española.

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Primer Día

El primer día nos recogieron en el aeropuerto a la llegada de nuestro vuelo desde Barcelona. Nuestro guía Idier nos acompañó a nuestro 4×4 y pusimos rumbo a El Atlas, una cordillera increíble que recorre la zona sur de Marruecos y que se extiende a Argelia y Túnez. 

La primera parada fue un mirador en medio de la cordillera para que pudiéramos disfrutar de las vistas mientras tomábamos un refresco. Tras la parada, continuamos con el camino. Nos esperaban unas pocas horas hasta nuestro siguiente destino, Ksar Aït Ben Haddou.

Ksar Aït Ben Haddou

El camino te abre la mente y te lleva por la cultura de Marruecos, por pueblos que apenas pueden llamarse tales si los miras desde un punto de vista occidental. Todo es desierto, pero no del tipo dunar, sino de piedras. Apenas aparecen lugares donde parar y las carreteras son más bien caminos de tierra llenos de baches. Pero merece la pena. 

Ksar Aït Ben Haddou es una ciudad fortificada medio abandonada y en ruinas considerada Patrimonio de la Humanidad. Está separada del pueblo actual por una rambla y llegas a ella mediante un puente levadizo. Allí siguen quedando algunas familias que viven todavía y que te enseñarán caminos o te dejarán pasar por sus casas para acceder al castillo en la parte alta, todo por unas pocas monedas. Para que lo tengas en cuenta, esto no es necesario ya que hay un camino fácil que lleva a la parte alta.

Si algo aprendí en mi estancia es que el pueblo marroquí tratará de ayudarte siempre que pueda, pero también esperará algo de gratitud a cambio. Y, según lo que me comentaron en Marrakech, somos los culpables de ello, aunque esa es otra historia que os contaré en el post de Marrakech. Igualmente, de más está decir que las vistas desde arriba te dejan sin palabras.

Valle de Dades

Tras dejar atrás este patrimonio de la Humanidad, seguimos camino con nuestro guía hasta llegar a Panorama Dades. Es un hotelito en la parte alta del Valle de Dades y con unas vistas espectaculares donde pasaríamos nuestra primera noche. La comida que nos sirvieron fue local y el ambiente fue muy agradable. La habitación tenía vistas y un balcón desde donde disfrutar de un atardecer alucinante. Tras disfrutarla, tocaba reponer fuerzas para el día siguiente.

Segundo Día

Al día siguiente, y continuando el viaje al desierto de Merzouga, nos esperaba un desayuno buffet con bastantes productos locales y muy tradicional. También nos pusieron alimentos occidentales, pero siempre tiendo a probar comida local.

Cataratas del Todgha

Retomamos nuestra ruta para visitar el valle de Dades desde abajo. Y creedme, merece muchísimo la pena ver los poblados y las gentes lavando sus ropas en el río y con sus actividades rutinarias mientras que disfrutas del paisaje rumbo a las cataratas del Todgha, un río situado cerca del valle. 

Sin duda, fue una de las vivencias más espectaculares del recorrido y que he visto en la vida. Este río nace subterráneamente para volver a desaparecer un poco más adelante. Durante su recorrido en la superficie, está circundado por un cañón que no ves a simple vista. Es increíble lo fresca y cristalina que está el agua.

Idier nos dejó al comienzo del cañón para que lo recorriéramos a pie y disfrutáramos del paseo que supone. También nos aconsejó sobre cómo actuar con las personas, sobre todo con los niños, que están ahí para ofrecerte “regalos” y pedirte dinero a cambio después.

Una vez que les declinamos los regalos varias veces, pudimos disfrutar tranquilamente de la magnitud de esta belleza natural y meter los pies en el agua. ¿Y por qué no bañarnos si estábamos a 40º en el exterior? Pues porque el agua está muy fría por su nacimiento bajo tierra. El baño es para los valientes, pero no perdimos la oportunidad de refrescarnos un poco.

Cataratas del Todgha

Cooperativa de Argán y compras

Otra vez en marcha, por el camino pudimos descubrir cómo hacen el aceite de Argán en una de las múltiples cooperativas de mujeres que hay y descubrimos lo que suponen para ellas y para sus familias, incluso, en ocasiones, para su independencia económica. Verlas trabajar mientras cuidan de sus hijos o conversan, esa sororidad entre mujeres, es digna de ver. Porque, aún sabiendo que su nivel de riqueza no es alto, se les ve felices. Es algo que a veces olvidamos, ese “menos es más” que no siempre apreciamos.

La siguiente parada fue en una tienda de ropa y artículos diversos hechos a mano donde Idier nos explicó algo más acerca de la situación que los bereberes viven en Marruecos y cómo funcionan a nivel territorial. Esto nos ayudó a entender mejor una situación bastante desconocida para nosotros.

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Kelaat M’Gouna

Una de las cosas más chocantes que descubrimos es la cantidad de valles que producen oasis increíbles en medio de un desierto que es infinito. De hecho, sólo en valles vimos pueblos porque es el único lugar donde se encuentra agua. Por nombrar uno, maravilloso en Mayo según nos contaron, es el de las rosas o Kelaat M’Gouna. Un valle que en primavera se llena de rosas y que da lugar al festival de Kelaat M’Gouna. Igualmente, tuvimos la oportunidad de ver cómo se produce y comprar agua de rosas.

Merzouga

Todo esto siempre camino a Merzouga, la ciudad más cerca a las dunas de Erg Chebbi, nuestro destino para la noche. Merzouga es una ciudad conocida por ser la última ciudad lindante con el desierto de dunas Erg Chebbi, pero también por ser la ciudad de los baños de arena según nos contó el guía.

Resulta que en Marruecos, los tratamientos naturales para combatir el reuma y todo tipo de enfermedades son a base de baños de arena. Tal y como se pusieran de moda en Europa los balnearios durante el siglo XIX, en Marruecos se popularizaron este tipo de baños. Consisten en cavar un hoyo en la arena del desierto e ir introduciendo el cuerpo poco a poco. Siempre con agua para poder combatir las altas temperaturas y durante breves períodos de tiempo para evitar quemaduras. Es como un Bath marroquí bastante curioso. Vimos cabezas saliendo de la arena y protegidas del sol en medio de la nada.

Experiencia en el desierto Erg Chebbi

Nuestro destino, y la parte que más ansiábamos del día, estaba a muy poca distancia y, tras empezar a ver las dunas, encontramos nuestra puerta al desierto. Dejamos nuestras cosas, y tras una breve explicación, nos pusimos en marcha.

No hay palabras para describir cómo te sientes ante la espectacularidad de verte rodeado de arena hasta donde alcanzaba la vista y sin apenas compañía. Estar entre esa inmensidad, te hace sentir pequeña, un grano de arena, insignificante.

El camino no fue fácil ni rápido, pero así pudimos apreciar mejor todo lo que nos rodeaba. Hicimos una parada en el camino para ir a lo alto de una colina de arena y vimos en todo su esplendor las dunas mientras atardecía.

Tras esta pequeña parada, continuamos rumbo a nuestro campamento donde nuestras cosas nos esperaban. Mientras esperábamos la cena, nos refrescamos y acomodamos en nuestra haima superior que incluía el baño dentro de la tienda. Todo un acierto.

Tras la cena, de comida local, nos esperaba un espectáculo con música bereber donde nos enseñaron a cantar, bailar y tocar los tambores tradicionales.

Desierto Erg Chebbi

Tercer Día

Y llegó el último día del viaje al desierto de Merzouga.

Madrugamos para ver el amanecer, pero estaba nublado y fue una pena. Tras esto, nos esperaba el desayuno, nuevamente tradicional y con productos locales. Recogimos y volvimos al hotel donde nos esperaba Idier para seguir nuestra ruta.

Sé que lo típico es hacer estas rutas en dromedarios (yo misma en su momento lo hice así), pero recuerda que hay alternativas más respetuosas que no hacen uso de animales para nuestro disfrute. Ojalá yo lo hubiera pensado en ese momento.

Ouarzazate

Tocaba la vuelta a Marrakech donde finalizó nuestro viaje. Fue un día duro porque recorrimos casi 500km que supusieron unas 10 horas de coche por el estado de las carreteras. Además, ese día la única visita programada fue Ouarzazate para poder contemplar algunos emplazamientos de películas tan famosas como Gladiator y la ciudad fortificada. El resto fue carretera y observar nuestro alrededor y la inmensidad de lo que nos rodeaba. 

Fue una pena no poder entrar a algún estudio de grabación porque estaban cerrados. Pero ese día nos sorprendió gratamente poder comer un plato tan típico para ellos en esa zona como el tajín de cabra. Para mí, difrutar de gastronomía local es parte de la experiencia, un acercamiento a la cultura del lugar en el que estoy. Allí comer cabra es de lo más habitual por lo que nos decidimos a probarlo y he de decir que tiene un muy buen sabor.

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Además, conocimos el pueblo de nuestro guía y vimos a personas haciendo autostop por el camino. Eso sí, a los 4×4 que transportan turistas no. Nos enteramos que los 4×4 que llevan a turistas llevan un distintivo y una documentación especial que deben mostrar en todo momento y aísla a los turistas de los locales y su realidad. Te dejan pasar primero, no se entrometen y, por supuesto, no te piden autostop.

Por la tarde terminaba nuestro viaje al desierto de Merzouga cuando entramos en Marrakech y nos despedimos de nuestro guía Idier. Siempre recordaremos su ayuda y sus explicaciones y le estaremos agradecidos por todo lo que hizo por nosotros durante los tres días que estuvimos con él. Incluso nos ayudó a contactar con el hotel para que nos ayudara por las callejuelas de la Medina hacia el hotel.

Y ahora, si quieres saber qué hice en Marrakech, te recomiendo mi artículo sobre visitando Marrakech.

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