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VISITANDO MARRAKECH (II)

Tras nuestro primer día en Marrakech y habiéndonos hecho una idea de la ciudad, ya teníamos organizado el plan para el día que teníamos por delante. Lo primero fue aprovechar las recomendaciones de la noche anterior. Reservamos una excursión para el día siguiente a Essaouira en el mismo hotel. También reservamos en un restaurante que nos recomendaron, el Dar Moha. Por último, reservamos un hamman para relajarnos después del viaje al Desierto, una idea que pensamos cuando estábamos organizando el viaje. Así es como continuamos nuestra visita a Marrakech.

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Una vez hechas las reservas, nos preparamos para salir a disfrutar de la parte de la ciudad que nos había quedado pendiente el día anterior. Comenzamos visitando las Tumbas Saadies que, a pesar de no ser un lugar grandioso, es un rincón precioso. Lo mejor es ir a primera hora porque se forman colas para poder entrar y ver las tumbas. Datan del siglo XVI, pero no se descubrieron hasta principios del XX. Es un mausoleo de los miembros de la dinastía Saadí y cuya belleza y valor arquitectónico son increíbles. No dejes pasar la oportunidad de entrar y verlo por ti mismo.

Tras la visita, decidimos dar unas vueltas y descubrir el Menaa o barrio judío que está cerca. Ver cómo la gente vive sus vidas y encontrar tiendecitas y rincones es algo que disfrutamos mucho en nuestros viajes. Sin prisa y sin rumbo fijo. Estuvimos andando por la ciudad dejándonos engullir nuevamente por su vibrante ritmo hasta que se hizo la hora de comer.

Dar Moha es el restaurante de Moha Fedal, considerado como el Ferrán Adrià marroquí. Cocinero durante años en prestigiosos restaurantes de EEUU y Suiza, volvió a su país para intentar elevar la gastronomía marroquí e impulsar una revolución en su cocina tradicional. Cuando nos hablaron de él la noche anterior, no dudamos que era un lugar que queríamos probar. Iba a ser la mejor experiencia culinaria que podríamos imaginar en nuestra visita a Marrakech. Pese a que es complicado reservar con tan poco tiempo para cenar, y algo caro (el menú degustación ronda los 50€ por persona según nos comentaron), sí pudimos reservar para el mediodía. El almuerzo es a la carta y sale muy económico en relación al tipo de cocina y la preparación que conlleva. Eso sí, recuerda reservar porque te quedarás sin mesa.

Nuestra comida salió por unos 20€ cada uno comiendo unos entrantes fríos para compartir, dos platos principales, pan y agua. Como recomendación, no olvides probar la tangia. Es un plato ancestral cocinado en una especie de olla de barro alargado (de ahí el nombre del plato) y enterrado en cenizas en un horno subterráneo durante horas. No hace falta que destaque cómo se deshace la carne y las verduras en tu paladar. La única espinita que me quedó fue no poder probar ningún postre debido a mi alergia. El servicio fue excepcional y muy amable e incluso el chef salió de cocina un par de veces a saludar y preocuparse porque realmente todo estuviera bien. Es algo que realmente apreciamos porque nos pareció un gesto genuino. Más si tenemos en cuenta que era la primera vez que nos pasaba habiendo comido en muchos lugares de cierto nivel gastronómico.

Tras la fabulosa comida, decidimos seguir paseando por el zoco y tomar un té refrescante sentados en la azotea de Café des Épices, un lugar bastante conocido y con ambiente. Su azotea es un lugar muy agradable donde nos sentamos y tomamos un té mientras observábamos las decenas de antenas que coronan la ciudad al tiempo que escuchábamos música en directo y el murmullo de la ciudad de fondo.

Se acercaba el momento de nuestro hamman. Queríamos que fuera en pareja y eso descartaba varios lugares en los que hombres y mujeres no tienen permitido mezclarse. Nuestra primera idea fue hacer uso del hamman de nuestro Riad, pero lamentablemente estaba de reformas aún y no pudimos hacer uso de sus servicios. En su lugar, reservamos en el Hamman de la Rose, un lugar recomendado por el hotel y que no nos defraudó. Nos decantamos por un hamman tradicional con un masaje corporal para quitarnos las tensiones de nuestro día a día y depurarnos de todo. Nos trataron estupendamente y salimos muy relajados del lugar. 

Tras salir, decidimos tomar algo ligero de cena en un puesto que vimos de camino y recogernos temprano ya que al día siguiente nos esperaba el viaje a Essaouira bien temprano por la mañana. Después aún nos quedaría un día más en nuestra visita a Marrakech.

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